En la revista Solidaridad de junio de 1981, se puede apreciar un reportaje sobre el cardenal Raúl Silva Henríquez y su emotiva celebración en la Catedral de Santiago.

Al cumplir veinte años como arzobispo de Santiago, el cardenal Raúl Silva Henríquez agradeció a cuantos han hecho posible su obra de Pastor.

También pidió perdón, especialmente a los pobres, por no haber hecho todo la necesario por ellos.

El 24 de junio, día de San Juan, en el que el cardenal Raúl Silva Henríquez cumplía 20 años de arzobispo de Santiago, la Catedral metropolitana se hizo estrecha para contener el afecto y entusiasmo con que miles de católicos lo quisieron saludar en este nuevo aniversario episcopal.

Jóvenes, trabajadores, pobladores, profesionales, intelectuales, y destacados hombres públicos llegaron hasta la Catedral para testimoniar su cariño y gratitud al Pastor. La entrada y salida del cardenal Raúl Silva Henríquez al templo fue emocionante. Los miles de asistentes a la misa irrumpieron en prolongados aplausos. Las voces que entonaban “Juntos como hermanos” se enfervorizaron. Los cientos de pañuelos al aire daban una atmósfera de alegría y regocijo. Un matrimonio campesino de Tantehue, al interior de Melipilla, no pudo contener su emoción.

Al momento de las ofrendas, no sólo los campesinos se hicieron presentes con sus regalos (una chuica y un pavo), también lo hicieron los trabajadores de la Pastoral Obrera, los estudiantes, los jóvenes, los universitarios, los profesionales e intelectuales de la Academia de Humanismo Cristiano, los religiosos, sacerdotes, vicarios. Todos ellos fueron recibidos con generosos aplausos, los que se multiplicaron cuando se anunciaron las ofrendas de la Vicaría de la Solidaridad, alguna de cuyas tareas fueron representadas por dos integrantes de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, dos mamás de comedores infantiles y un abogado.

Con palabras emocionadas, el Cardenal agradeció a todos aquellos que lo han acompañado en estos 20 años de arzobispo. “Nada de lo que se ha hecho se habría podido hacer sin la inmensa generosidad de miles de personas que han querido dar un testimonio de amor a sus hermanos”, expresó. Luego pidió perdón a todos, “en especial a los pobres a los cuales no hemos servido con toda la dedicación y con todo el amor que debiéramos”. “Yo termino mi carrera”, señaló.

“Sé a quiénes he servido, he luchado denodadamente, tal vez más de lo que debía. Me remuerde el corazón de no haber logrado que los pobres hayan sido evangelizados con la Buena Nueva de la justicia, el respeto de sus derechos, del amor de sus hermanos. Siento pena por ello (…). Porque no han sabido lo hermoso que es dar, inmensamente mejor que recibir, inmensamente mejor que asesorar”, aclamaba el Cardenal y reforzaba: “Yo siento pena, por las lágrimas, las preocupaciones, los dolores de los pobres de mi tierra, de los pobres de mi ciudad. He gritado, pero soy una voz que clama en el desierto al parecer (…) Yo espero coma tengo la seguridad que los hombres de esta tierra, volviendo a sus más nobles tradiciones, sabrán comprenderse, sabrán reconocer los derechos de todos. Cuánto me habría gustado enjuagar las lágrimas, satisfacer, sobre todo, el ansia de justicia que hay en tantos corazones”.

En un almuerzo con periodistas, al que asistió la revista Solidaridad, el cardenal Silva Henríquez se refirió a la Vicaría de la Solidaridad, dónde indicó que la historia tendrá que reconocer la inmensa labor cumplida por esta entidad eclesial.

Link de interés:

Revista Solidaridad N° 114 (pág.145)

https://www.vicariadelasolidaridad.cl/sites/default/files/2022-01/VS0000108.pdf

Revista Solidaridad N°157 (pág. 198 Especial Cardenal Silva Henríquez)

https://www.vicariadelasolidaridad.cl/sites/default/files/2022-01/VS0000110.pdf