Llegó a Chile el año 1969 proveniente de Valencia, España. Fue párroco de Quillota, ciudad que recorría en bicicleta; tenía un especial carisma para el trabajo con jóvenes y niños y para mantenerse trabajaba como profesor de francés. La situación del país le llevó a comprometerse con los cambios sociales y formó parte del grupo de ochenta sacerdotes que adhirieron al movimiento “Cristianos por el Socialismo”. Luego del golpe militar, y a pesar de los consejos de sus amigos, Llidó decidió quedarse en Chile. En Quillota todos lo conocían y fue de los primeros en la zona requeridos por los servicios de seguridad por lo que debió pasar a la clandestinidad. El 1 de octubre de 1974 fue secuestrado en Santiago por la DINA. Son muchos los testigos que dan cuenta de la forma salvaje en que fue torturado y de su salud quebrantada. Ellos también recuerdan su capacidad de animar a sus compañeros y de su gusto, a pesar de sus dolores, por cantar. Su rastro se pierde cuando a fines de octubre, junto con otros presos, es sacado de su celda en Cuatro Alamos. Conocido es el episodio en que el qué, en el contexto de una entrevista entre representantes del Comité para la Paz en Chile con Augusto Pinochet, al consultársele sobre la situación de Antonio Llidó y con total conocimiento del caso, respondió: “Ese no es un cura; es un marxista”