Una mujer tenía una cuerda atada a su pie derecho. Quería salir de la casa en la que se encontraba, para escuchar el canto de los pájaros, ver cómo los rayos del sol se enredaban en las ramas de los árboles, mirar la marcha de los insectos. Pero no podía. Pasaban los días, cada uno igual al anterior y el siguiente, hasta que llegó uno distinto, uno en el que todo se quedó quieto y lo único que se escuchó en toda la tierra fue el llanto de esa mujer. Los pájaros, los rayos de sol y los insectos acudieron, cortaron esa cuerda que nunca debió existir y todos juntos, salieron al jardín. Y fue un día bueno, un día luminoso, como corazón de luciérnaga.
ARTICULO 4
"Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas"