Para Hanna Arendt la promesa de la política, no es la de un mundo perfecto, ni tampoco un lugar sin sufrimiento, es ni más ni menos que un mundo más humano. Rechaza también el concepto, común a todos los totalitarismos, de que la política debe tener un fin determinado hacia el cual se deber marchar sin mirar los heridos que quedan en el camino. La política, para la autora, es solo el empeño de los seres humanos, que renace con cada nueva generación, por vivir juntos en libertad. Ella es una escritora y filósofa humanista que cree en el ser humano a pesar de todo. No es que se engañe respecto de él, por el contrario, sabe muy bien y por experiencia propia que es capaz de actuar con bondad y también con maldad. Arendt buscó comprender en la práctica que lleva a un ser humano a actuar con extrema crueldad y sin compasión. Con este objetivo asistió personalmente a los interrogatorios a que fue sometido Adolf Eichmann, criminal de guerra nazi, organizador y responsable de la llamada “solución final”, es decir la eliminación sistemática de los judíos alemanes en las cámaras de gas. Allí, sentada en las graderías, asistió al juicio y tras horas y horas de escuchar las explicaciones de este oficial nazi, amante de la música y de sus hijos, que se defendía diciendo que el sólo obedecía ordenes, acuña un concepto clave de la filosofía política: la banalidad del mal. Con el quiere expresar que no es necesario ser un monstruo para cometer los peores crímenes. Basta solo con no pensar, no sentir, no mirar; solo obedecer ordenes y descansar en una doctrina que no permite dudar. Contra esto nos advierte Arendt una y otra vez, pues si un ser humano es capaz de lo más cruel, todos somos capaces de lo más cruel. Hay que estar atento a la más mínima señal. En su obra “La promesa de la política” Arendt invita al lector a revisar con mirada crítica la tradición del pensamiento político desde Platón y Aristóteles hasta Marx, identificando la forma en que cada generación ha buscado la forma de vivir juntos. Para ella, cada ser humano que sufre y resiste, se convierte en el último bastión en un mundo al que compara con un desierto en continúa expansión sobre el que cada nuevo hombre y mujer deben construir. “Precisamente porque sufrimos bajo las condiciones del desierto todavía somos humanos y aún seguimos intactos; el peligro está en llegar a ser verdaderos habitantes del desierto y en sentirnos en él como en nuestra casa.” En todas sus obras, Hanna Arendt termina invitándonos a la acción. “Solo aquellos que son capaces de mantener la pasión de vivir bajo las condiciones del desierto pueden armarse con el valor que descansa en la raíz de la acción y convertirse en seres activos” CD: 18.1976
Autor
Hanna Arendt
Datos de publicación
Paidos, 2015